miércoles, 13 de marzo de 2013

 Legalización de las drogas en México. ¿Será esta la solución?

La mala publicidad que es, en cierto sentido, engañosa sobre el consumo de las drogas y sobre las sustancias mismas es la principal controversia que detiene su legalización en un país donde claramente su prohibición genera más problemas que su consumo libre e independiente.
La polémica abarca proporciones enormes: la supuesta guerra contra el narcotráfico, que conlleva junto con su gran inversión y deterioro en las fuerzas nacionales, miles, millones de muertes injustificadas; la demanda improporcionada de ésta misma; las redes ocultas; el poder acumulado; el negocio multimillonario internacional más grande y poderoso oculto en la clandestinidad; la incongruencia con la legalidad de otras sustancias mayormente dañinas; el cambio de paradigma; la discusión indefinidamente sin respuesta sobre la moral humana y su libre albedrio: ¿Qué está bien y que está mal? ¿Hasta qué grado somos libres de decidir sobre nuestro propio cuerpo? ¿Quién determina lo que el ser humano en su libertad debería o no hacer?
Pero he aquí mismo la paradoja del asunto: droga es toda aquella sustancia que afecta o altera de alguna u otra manera las funciones cerebrales o corporales, por lo mismo, hemos de considerar las condiciones bajo las cuales se aceptan cierto de tipo de drogas mientras otras son declaradamente prohibidas.
Drogas legales o ilegales. ¿Qué determina este rango? ¿El bienestar social, el poder o el miedo a que la población se salga de control? El alcohol y el tabaco son sustancias legales, y está comprobado históricamente que su prohibición es causa de mayores polémicas sociales y políticas que su consumo abierto y distribución legal (el rotundo fracaso de la Ley Seca en Estados Unidos en la década de los 20’s)
Todo ese enorme capital gastado en una guerra violenta y sin esperanza alguna podría utilizarse de una forma más sabia: la fomentación de culturas y enseñanzas, las cuales deberían empezar en la información respaldada y verdadera, en la familia y en la realidad social; la imposición de autoridades que en vez de recibir sobornos millonarios extremadamente tentadores y miles de veces mayor a su salario común, se dediquen a asegurar el respeto entre los individuos no usuarios y usuarios y garantizar el cumplimiento que estos deben hacer ante las imposiciones legales que conlleva suministrarse una droga bajo responsabilidad propia y respetando el derecho y la paz de terceros, todo esto asegurado por buenos salarios a las autoridades públicas, federales y militares, con la ventaja de una red narcotraficante empobrecida gracias al descubrimiento del ex mercado negro que controlaban, monopolizaban y los hacía con el 8% de la economía global.


                                         

                                  


La prohibición de las drogas ha tenido consecuencias desastrosas muy similares a la que sufrió el alcohol en Estados Unidos. Sin embargo, en vez de reconocer el fracaso de dicha política, la mayoría de los gobiernos alrededor del mundo, México incluido, se han empeñado en gastar más recursos y atentar más contra las libertades de sus ciudadanos en un esfuerzo inútil por detener el comercio ilegal de narcóticos. Legalizar las drogas eliminaría o mitigaría significativamente las terribles consecuencias que enfrentamos bajo el actual enfoque prohibicionista:
Se reduciría dramáticamente el precio de las drogas, al acabar con los altísimos costos de producción e intermediación que implica la prohibición. Esto significa que mucha gente que posee adicción a estas sustancias no tendrá que robar o prostituirse con el fin de costear el actual precio inflado de dichas substancias.
Legalizar las drogas acabaría con un foco importante de corrupción, la cual aumenta en todos los niveles del gobierno debido a que una substancial cantidad de policías, oficiales de aduana, jueces y toda clase de autoridades han sido comprados, sobornados o extorsionados por narcotraficantes, creando un gran ambiente de desconfianza por parte de la población hacia el sector público en general.
Luego de muchos años de malas experiencias con la política actual, y tras un análisis detallado de las consecuencias no deseadas de prohibir el consumo y la venta de substancias que la gente quiere, es necesario que lleguemos a la conclusión de que las drogas deben ser legalizadas si no queremos seguir el camino auto destructivo al    
           
                                                      

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